martes, 22 de octubre de 2019

NO ABANDONES NUNCA A UN HERIDO




Estimado Señor:


Se preguntará quién soy y aunque no me conoce, si le cuento un poco de mi vida, sabrá exactamente quién soy…


Soy aquel que daba y seguirá dando siempre que pueda su vida por España, el que iba a misiones de guerra y de paz cuando se requería, el que velaba por la tranquilidad y la seguridad de todos, aquel que instruyó a los suyos, aquel que cumplía su misión con desvelo, aquel que en aquella misión cayó enfermo, aquel que tuvo un fatídico accidente y aquel al que alguien gravemente hirió… 


Aquel motorista que se salió en una curva, aquel policía que en una persecución se accidentó, aquel militar al que le explosionó un artefacto, aquel que recibió un disparo, aquel al que le explosionó una granada, aquel guardia civil o policía al que algún delincuente una puñalada le dio…


Soy también la esencia de lo que era, lo que queda de quien todo da sin saber el futuro que le espera, ese Militar, ese Guardia Civil o Policía retirado en acto de servicio, que ya a sus ojos y para los demás de nada sirve, que ya no se es quien se era porque el destino se lo arrebató todo, dejándolo herido y mermado de por vida…


En conjunto, nos sentimos orgullosos de ser quienes somos, ese Militar, ese Guardia Civil o ese Policía, que lo dio todo por España y por los españoles, pero se arrastra una gran pena, la de no ser visto como baluarte, fuente de inspiración y de ejemplo, porque si nos hubiera tocado dar la vida en ese momento en vez de quedar malheridos y con nuestras metas profesionales truncadas, claro está que así hubiera sido y seguramente seríamos mucho mejor mirados que ahora, pero no elegimos terminar así, fue el destino, algo que le puede pasar a cualquiera que este constantemente arriesgando su vida al servicio de su país, en nuestro caso España.


Sufrimos además de nuestras lesiones, cierto grado de abandono en cuanto a méritos que se pudieran reconocer y distinguir por el simple hecho de tener el honor de haber caído heridos en acto de servicio.


Y lo más grave, sufrimos también el engaño de que nos den nuestra pensión. La que nos dan es digna, sí, pero no la que verdaderamente nos corresponde y tenemos concedida, porque con argucias legales o con fraude de ley, cada año se la ingenian para no darnos la que tenemos realmente reconocida.


Es muy triste que, a miembros de las Fuerzas Armadas, a miembros del Cuerpo Nacional de Policía y a miembros de la Guardia Civil, cuando ya por sus lesiones, enfermedades y heridas sufridas en acto de servicio, que poco pueden ya defenderse y cuando más lo necesitan, se les dé un trato así.

Nosotros jamás hubiéramos abandonado a nadie y lo dimos todo, no hay razón para quitarnos nada de lo que nos pertenece. Simplemente por quienes somos, por ser esa esencia viva de lo que representamos, una parte de las Fuerzas Armadas y de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, que un día, fruto de la fatalidad, con honor y valentía, quedó herido y discapacitado para siempre.

VYDAS